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sábado, 5 de diciembre de 2015

Crítica: Negociador

Todo país tiene sus momentos oscuros, sus momentos de vergüenza ajena. Aquellos momentos de la historia que es mejor olvidar y rezar para que el devenir de los tiempos los sepulte hasta no dejar constancia de ellos salvo en unos pocos recortes de periódicos. España tiene el dudoso honor de poder presumir de muchos períodos históricos llenos de engaños, corrupciones, ambiciones desmedidas e ilusiones vacuas intentando hallar soluciones rápidas a problemas mucho mayores y profundos. No se puede negar que los nacionalismos en ciertas regiones del país suponen un gran quebradero de cabeza para cualquier gobierno que se asiente en la Moncloa. Y si a este problema le añadimos el elemento de una banda terrorista con décadas de trayectoria, nos dejará un cóctel que muy pocos en este planeta han sabido manejar de una manera digna.

Hace ya seis años que Borja Cobeaga nos mostró su dominio de la comedia con su primera puesta de largo en Pagafantas. Aquella era una inmejorable muestra de comedia efectiva por su amargura. Por hacer que muchos nos viésemos reflejados en algún momento con uno de sus personajes. Luego vino No controles, una comedia mucho más desmadrada, típica y directa que su ópera prima. Aquí el número de personajes aumentaba y la efectividad de la trama (un joven que tiene que pasar la nochevieja en el hotel de un aeropuerto por una tormenta de nieve y en el que coincide con multitud de variopintos personajes) se diluía un poco más. Aun así, nos dejaba bastantes gags memorables y el inolvidable secundario de Juancarlitros. Ahora, el director vasco intenta un más difícil todavía haciendo comedia con uno de los temas más espinosos de la historia reciente española, el conflicto vasco.

Cobeaga no es nuevo en esto. Ya ha demostrado sobradamente que se puede hacer comedia a raíz de ETA y varias peculiaridades de Euskalherria gracias a su excelente programa de humor “Vaya Semanita”. Pero lo que funcionaba en pequeños gags tenía enormes probabilidades de transformarse en una película fallidamente tendenciosa y reivindicativa. Por suerte, la neutralidad domina Negociador, que se convierte en un ejercicio de precisión cómica en un asunto tan espinoso como el tratado. Aquí los antecedentes sobre lo que sucede ya nos los tenemos que conocer si queremos entrar de verdad en la historia del político vasco que decide entablar diálogo o negociación con la banda terrorista.

Prácticamente todo el peso de la función recae sobre los hombros de un espléndido Ramón Barea que compone un protagonista simpático, humilde y de buenas intenciones con el que es fácil identificarse en no pocos momentos. Él es sencillamente un hombre que quiere solucionar el problema con ETA como buenamente puede, siendo cortés y amable. Es en la actitud del protagonista dónde residen la mayor parte de elementos cómicos de la película. Su personalidad tan humana contrasta enormemente con lo que cualquiera de nosotros tiene en mente sobre un negociador que trata con terroristas. Barea está perfectamente secundado por Carlos Areces como el terrorífico líder de la banda y por Josean Bengoetxea, el primer etarra con el que se entrevista.

Es cierto que cualquiera que vea Negociador eche en falta algo más de chicha, algo más de historia sobre lo que pasa en el plano sociopolítico en lugar de un puñado de escenas en las que nuestro negociador trata de entenderse con ETA. Sí, haber contado todo eso hubiese ayudado enormemente a darle al film una dimensión dramática mayor. Pero Cobeaga ha tomado la decisión de delegar todo eso a los informativos que cualquier español ha visto a lo largo de las últimas décadas. 

jueves, 3 de diciembre de 2015

El Niño: el portal de la droga en Europa



El cine de mafias siempre me ha parecido muy atractivo. Desde los grandes clásicos como El Padrino y Scarface a las películas sobre mafias menos elegantes como las de Ciudad de Dios o Snatch. Es un hecho que el crimen organizado tiene un atractivo indescriptible para el espectador y es un filón que el cine español no ha explotado como se debe a lo largo de su historia. La historia mafiosa de España está íntimamente ligada al narcotráfico. La situación del país así lo obliga y convierte a nuestro querido país en el principal portal para el acceso de la droga desde África. Y es alrededor de esos 14,4 kilómetros que separan África de Europa, en ese estrecho de Gibraltar dónde se concentran las mayores hazañas y triquiñuelas por burlar al constante control policial.  El pasado 3 de agosto de 2014 un grupo de jóvenes se hallaban en una embarcación en la costa marroquí hasta que una lancha de una supuesta banda de narcotraficantes les atacó y muchos tuvieron que saltar al agua. Uno de ellos era Mohamed Taieb Ahmed, más conocido por su apodo “El Nene”, y del que nunca más se ha vuelto a saber. En el momento de su desaparición, “El Nene” acumulaba varios ingresos y un par de fugas de la cárcel además de una fortuna que llegó a estimar en más de 30 millones de euros. Se dice que una de cada diez bellotas de hachís que había en España, provenía de él.  

Daniel Monzón es un director inteligente. Ya lo demostró en su ópera prima “El robo más grande jamás contado”, combinando una selección de los mejores comediantes españoles con una trama de robos imposibles. Pero fue sin duda con Celda 211 dónde alcanzó su punto álgido con un thriller carcelario que unió a crítica y público en un entusiasmo unánime. Ahora, con “El Niño” ha cogido la apasionante historia de “El Nene” para adentrarse en mundo del narcotráfico en el estrecho. 

La trama de “El Niño” se divide en dos partes bien diferenciadas. La historia de “El Niño” cuya afición y destreza con las motos de aguas y lanchas le irán haciendo ascender y ocuparse cada vez de mayores encargos y la del policía que controla el paso del estrecho, tratando de evitar que la droga llegue a suelo patrio. Una historia que a grandes rasgos ya se ha visto en multitud de ocasiones en otras películas como American Gangster y que aquí opta por añadir algunos toques a la trama para complacer a la audiencia. Los protagonistas no dejan de soltar chascarrillos y de comportarse como meros adolescentes que nunca parecen tener un negocio tan grande entre manos. Por otra parte el romance entre el protagonista y la hermana de uno de sus dos compañeros no deja más que caer en el estereotipo puro, evitando que la trama avance de manera fluida. Es cuando el foco se centra en el policía interpretado por Luis Tosar cuando parece que Daniel Monzón recupera más el vigor y la fuerza con una visión pesimista, de un policía al que su trabajo le absorbe la vida y que ve cómo los recursos con los que dispone son a todas luces insuficientes para luchar contra la amenaza amorfa del narcotráfico. Por si fuera poco, el director también deja entrever aquí una pequeña subtrama romántica en esa compañera policía interpretada por Bárbara Lenie que expresa con sus gestos y miradas ese amor reprimido que tiene por su compañero. 


El elenco actoral cumple de manera sobrada al estar compuesto de figuras de intachable trayectoria como Eduard Fernández, Sergi López, un casi anecdótico Ian McShane y los ya mencionados Bárbara Lenie y Luís Tosar. Es, sin embargo, en el trío de jóvenes narcotraficantes dónde el área interpretativa se resiente más con un Jesús Castro demasiado ocupado en aparecer guapo ante la cámara que en convencernos de que es un tipo con la mente lo suficientemente fría como para el narcotráfico. Pero, a pesar de las pequeñas irregularidades del guion y la mala decisión de casting que fue Jesús Castro, la película goza de una energía envidiable en la mayor parte de metraje, llegando a su punto álgido en unas persecuciones acuáticas que se encuentran entre las mejores escenas de acción jamás filmadas en territorio Español. 

Es posible que “El Niño” no sea una película que aborde a un Scarface español y se quede en algo mucho más pequeño. Pero también es cierto que pone de relieve y con gran energía una realidad que se vive día a día en las costas gaditanas. Un film totalmente recomendable y una paso más en la carrera de un director que no deja de sorprender e innovar con cada trabajo que realiza. 

lunes, 24 de octubre de 2011

Four Lions: cuando la risa duele

Hace una semana o así descubrí una película que ha pasado muy desapercibida por nuestras pantallas. No es de extrañar puesto que con el clima de terror que estamos viviendo ahora -puede que Gadafi haya muerto, pero Libia ahora se enfrenta ahora a una dura lucha entre los partidarios de un estado islámico y los partidarios de uno laico que Dios sabe que consecuencias traerá- con un grupo terrorista como ETA que dice que deja la lucha armada pero no las armas. Bien, pues con este contexto uno no puede más que sentirse extrañamente incómodo viendo a los cuatro terroristas de Al-Qaeda que protagonizan esta Four Lions. Incómodo porque a uno llegan a caerle bien este grupo de fanáticos, incómodo porque uno está acostumbrado a verlos siempre como villanos impersonales a los que es más fácil odiar que a la panda de carismáticos patosos que nos presenta esta película. 

Four Lions es una película divertidísima, una de esas que hay que ver si o si. Pero también es de esas en las que cuando todo acaba te deja pensando en si ha estado bien que te divirtieses tanto con lo que has visto.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Sucker Punch: Flipando sin LSD



Ha sido una de las películas más esperadas de este 2011. La película más personal del hombre que volvió a darle vida al subgénero zombie con su excelente remake de El amanecer de los muertos. La película que recoge todas las filias y fobias del tipo que reventara las taquillas con 300. La película más arriesgada, sin duda, desde que su director aceptase llevar a la gran pantalla la obra magna del cómic de superhéroes con Watchmen. Una obra que puede hundirle, como le ocurrió con Ga'hoole o elevarle al cielo de los grandes como pretende hacer con su próximo Supermán. Señoras y señores, Sucker Punch no es una película, es una experiencia. Una amalgamas de sensaciones surgidas de la cabeza del señor Zack Snyder que no dejará indiferente a nadie. Pasen y vean.

viernes, 12 de agosto de 2011

El orígen del planeta de los simios: Una agradable sorpresa

A César no le caes bien
Con ese título tan tan tan laaaaaargo y poquísimamente atractivo se nos presenta otro reboot más. Otra precuela. Otro intento más de conseguir una franquicia PERO... esta vez han hecho bien los deberes. Contra todo pronóstico, El origen del planeta de los simios se presenta como una de las propuestas más solidas para este verano. 

Señoras y señores, adéntrense conmigo no en una historia de acción, ni de efectos especiales. Ni siquiera importan demasiado las relaciones entre humanos porque El orígen del planeta de los simios es la historia de César.

sábado, 8 de enero de 2011

The Tourist: Entretenida y nada más


Hay veces en las que se ataca a una película sin motivo. Otras veces se la elogia. Esta película ha recibido tres injustas nominaciones a los Globos de Oro (mejor película, mejor actor y mejor actriz), pero también ha sido destrozada por la crítica. La pregunta es, señoras y señoras, ¿quién tiene razón? ¿la crítica o la asociación de la prensa extranjera que es la que nomina a los Globos de Oro? La respuesta al final de la crítica.

The Tourist narra la historia de Frank Tupelo, un humilde turista que viaja a Venecia para superar la muerte de su esposa. En el tren se topará con Elise, una bella mujer que lo seducirá y manipulará con el propósito de hacer creer a los que la siguen que él es su marido. 

jueves, 9 de abril de 2009

Monstruos contra Alienigenas


Dreamworks abre la veda de los films pensados para ser exhibidos en 3D con este homenaje al cine de ciencia ficción de los años 50. Los directores de El Espantatiburones y Shrek 2 nos traen la historia de Susan y su grupo de monstruos que tratarán de librar a los Estados Unidos de una invasión extraterrestre.

El día de su boda Susan es aplastada por un meteorito y súbitamente empieza a crecer de tamaño. En ese momento, el gobierno de Estados Unidos hace acto de presencia y captura a Susan encerrándola en un búnker junto a otros monstruos: el doctor cucaracha, el eslabón perdido y B.O.B. Cuando un enorme robot metálico cae en San Francisco, Susan y sus compañeros deberán detenerlo pero lo que aún ignoran es que el gigante metálico pertenece al malvado Galaxar que pretende capturar a Susan y robarle su energía para así poder hacer un ejército de clones y dominar la Tierra.

La verdad es que esperaba una película mucho más desmadrada viniendo de la casa que nos ha dado títulos como Madagascar y Shrek, pero su guión no deja de dar la sensación de un quiero y no puedo durante todo el metraje, optando por un humor que termina siendo mucho más infantil que otras películas de dreamworks. En esta ocasión todos los cartuchos los han gastado en la primera mitad del metraje con la boda de Susan, la presentación de cada uno de los monstruos –el mejor momento de la película, con una chica gritando cada vez que sale uno-, la toma de contacto por parte del presidente con el robot gigante o la escena de acción en San Francisco. En la segunda mitad se introduce con calzador la historia de Susan y su novio y la visita de sus nuevos amigos a casa de los padres de Susan. Estas escenas provocan un enorme bajón de ritmo en la historia que no se ve solapado por la aparición del malvado Galaxar, un villano sin ningún carisma y cuyas motivaciones para invadir la Tierra son absurdas. Eso sí, la película está aderezada con un buen puñado de referencias a clásicos de la ciencia ficción que van desde La criatura del lago hasta Marss Attack y que los más avezados cinéfilos se podrán entreteneraveriguándolos mientras ven la película.

Los personajes es otro de los puntos flacos del film puesto que, si bien la protagonista está bien caracterizada, el resto no pasan de ser meras comparsas para ella y están poco aprovechados en el guión. El Doctor Cucaracha (doblado en la versión original por Hugh Laurie) podría dar mucho más de sí pero se dedica a emitir risotadas de loco y a inventar cosas que terminan por no servir para nada, el Eslabón Perdido pretende ser el toque chulesco y lo único que termina causando es irritación e Insectosaurus está totalmente desaprovechado y realmente no hace nada hasta el final del film –y lo que hace es totalmente predecible-. Sólo B.O.B. es realmente carismático y proporciona una buena cantidad de carcajadas en el espectador aunque no pueda evitar cierta sensación de deja vú al verle.

Llegamos al que sin duda es el punto fuerte de la película, la animación en 3D –y con 3D me refiero al hecho de que la película haya que verla con gafitas-. Al principio es impresionante como las cosas salen de la pantalla, como parece que todo lo estás mirando a través de una ventana y que si la rompieses podrías meterte dentro del film pero luego te acostumbras. No quiero decir que esta tecnología me haya defraudado, simplemente que me esperaba más espectacularidad, más objetos volando hacia el espectador pero, en cambio, me encuentro con una profundidad de campo asombrosa. Las cosas están lejos y cerca y, sobretodo en las dos o tres secuencias de acción es una gozada ver como los personajes se lanzan cosas y se persiguen destrozando su entorno de una manera totalmente inmersiva para el espectador. Viendo un film como éste uno no puede más que babear al pensar en lo que podrá ofrecernos James Cameron con Avatar. Probablemente la razón de ser de esta película es que sea vista en 3D y sin las gafitas, con toda seguridad, no pasaría de ser un entretenimiento mediocre para críos.

Sin duda Monstruos contra Alienígenas será recordada más por ser la primera película pensada desde su creación como film en tres dimensiones que por la película en sí. De todos modos no deja de ser un entretenimiento digno para ver con los más pequeños y una experiencia impactante para aquellos que puedan asistir a una sala en 3D.

viernes, 13 de marzo de 2009

Watchmen

Antes de nada quiero aclarar que el cómic original de Alan Moore y Dave Gibbons es una auténtica OBRA MAESTRA y que ni de lejos el film puede acercársele. Aún así ha quedado algo bastante digno y que es una gran selección de momentos esenciales de la novela gráfica en la que a través de gruesas pinceladas conocemos la historia del segundo grupo de justicieros de Nueva York.

El film transcurre en unos años 80 en los que Nixon sigue gobernando por tercera vez consecutiva en los EEUU y el estallido de un holocausto nuclear está a punto de suceder. Un cadáver aparece en una calle, es el Comediante, un antiguo justiciero –los justicieros estaban prohibidos desde que la policía se declarase en huelga debido a la especie de intrusismo laboral que estos hacían-. Rorschach, otro justiciero que se niega a abandonar su condición como tal, empieza a investigar las causas de la muerte de El Comediante y para ello tendrá que reencontrarse con sus antiguos compañeros.

Claramente el punto fuerte de la historia original y, por tanto, de esta película es su guión. Puede parecer que no, pero es de una complejidad tremenda puesto que trata de abarcar el pasado de todos los personajes, realizar un fresco de la ucrónica sociedad americana de los ochenta e indagar en la psique y sentimientos de unos héroes sin poderes, salvo el Dr. Manhattan y más complejos que nunca. En el cómic uno podía sentarse relajado y leer cada día uno o dos capítulos de las 12 entregas con las que cuenta la serie. En el cine todo viene seguido, sin tiempo a respirar y meditar sobre lo que vemos en pantalla. Cada entrega ahondaba de forma especial en un personaje en concreto, en el film de Snyder se centra particularmente en tratar de desarrollar al oscuro y atormentado –en realidad todos están atormentados, pero este personaje especialmente- Rorschach y al Dr. Manhattan. Son los únicos personajes de los cuales se muestra algo relevante de su pasado y se pueden entender las motivaciones de por qué hacen lo que hacen. El resto, Laurie Holden, Ozymandias y el Búho Nocturno quedan bastante desdibujados respecto a sus homónimos en papel. Sin embargo, el personaje del desaparecido Comediante posee tanta fuerza que en unos cuantos flashbacks consigue erigirse en uno de los personajes con más calado de la cinta. El principal problema con el que se encuentra la cinta es con su irregular ritmo, que se limita a calcar viñeta por viñeta los primeros números de Watchmen en los que se detalla un poco a los personajes del Dr. Manhattan Rorshach y El Comediante para luego centrarse en desarrollar una trama que queda algo desangelada tras los numerosos flashbacks de la primera mitad. Aún así, el guión respeta claramente los grandes aciertos del original e incluso subsana un final que podría haber quedado muy absurdo en el cine. Pero el hecho de ceñirse a dos horas y cuarto de metraje hace que toda la complejidad del cómic se vea condensada y, como dije antes, se corre el peligro de que no se consiga captar todo lo que se pretende transmitir. A colación de esto viene el hecho de que haya numerosos momentos de gran impacto y perfectamente ejecutados que podrían ser fácilmente momentos cumbres del film aunque haya muchos pero, debido a la acumulación de estos, pierden la efectividad que tenían al leerse de forma más pausada en el cómic. No quiero entrar en el hecho de que si hay tramas que se han obviado como la de “El relato del navío negro”, la de las dos lesbianas que discuten o una mayor profundización en el pasado de los Minutemen. Esas partes vendrán desarrolladas en un documental y un film animado que saldrán a la venta en Mayo en Dvd y, aún así, son perfectamente prescindibles de la trama original sin por ello quitarle importancia al hecho de que son dos grandes narraciones dentro del cómic.

En el apartado actoral la cosa raya flojita puesto que el único que me convence es Jackie Earle Hayley como Rorschach y eso que se tira casi todo el metraje con la excepcional máscara de tintas fluctuantes. El resto realiza unas interpretaciones bastante estándard, aunque considero desastrosa la encarnación de Ozymandias por parte de Mathew Goode que parece más bien un niñito pijo educado en Yale con aires de grandeza que el hombre más inteligente del mundo.

Los efectos especiales rayan a una altura envidiable que junto al diseño de producción logran hacer que el mundo dibujado por Dave Gibbons en 1986 sea trasladado con una fidelidad del 99% a la gran pantalla. Quizá el Dr. Manhattan pece en alguna que otra ocasión de parecer un muñeco, pero eso queda disimulado por su carajo colgante que centrará la atención del espectador en más de una ocasión evitando así que se fije en los defectos en el movimiento de los labios y la expresividad del personaje –que digo yo que, no es por puritanismo, pero si se le hubiese puesto el calzón azul que luce en el cómic tampoco nadie se iba a escandalizar, que todo el mundo ha andado en bolas en su casa pero en Marte o en La Antártida ya me parece exagerar-.

Zack Snyder logra llevar con extrema fidelidad el cómic pero resulta que no es capaz de imprimirle ni un atisbo de personalidad propia más allá de su referente en papel. Snyder se limita a trasladar los mismos encuadres de las viñetas y no hay ningún momento en que se note la mano de un director detrás de esta película al limitarse a trasladarlo todo de un medio a otro. Por otra parte, las escenas a cámara lenta que tan bien resultaban en 300, fallan en esta puesto que, unido al altisisimo nivel de violencia, resultan pesadas y desagradables por el excesivo uso que se hace de las mismas.

Quizá como película no funcione pero lo que es innegable es que los personajes de Alan Moore cobran vida en la gran pantalla de la mano de un Zack Snyder excesivamente respetuoso y poco arriesgado. En las retinas de los expectadores quedaran grabadas las imágenes de la gota de sangre cayendo sobre la chapa, los excepcionales créditos dónde se repasa la historia de los Minutemen –el grupo de héroes anterior a los Watchmen- hasta situarse en el momento dónde arranca el film, la narración del accidente de Jon Osterman antes de convertirse en el Dr. Manhattan, los flashbacks que muestran al Comediante, el palacio de cristal en Marte y el final. Partiendo de una historia tan fabulosa y siendo tan fiel a la misma no se podía fallar y, si bien siempre se puede pedir algo más de personalidad en la direc ción y el montaje, una mayor simplificación de la historia o un mejor desarrollo de la misma, lo que es innegable es que los Watchmen han cobrado vida en cine de una manera efectiva de la mano de Zack Snyder

miércoles, 11 de febrero de 2009

El Curioso Caso de Benjamin Button


Año 2005, Nueva Orleans. Mientras el huracán Katrina se acerca, una anciana postrada en la cama de un hospital le pide a su hija que le lea un libro que guarda en una vieja cartera. El libro narra la asombrosa historia de Benjamin Button, un hombre que nació con la apariencia de un hombre de 80 años y fue rejuveneciendo a medida que pasaba el tiempo.

El argumento parte de una historia corta escrita por F. Scott Fitzgerald e incluida en su libro “Tales of the Jazz Age”. Pero dicha historia sólo aporta la idea de la vida al revés, nacer viejo y rejuvenecer con el paso de los tiempos. Pero sólo físicamente, pues su mentalidad se forja como la de cualquier humano. “El Curioso Caso de Benjamin Button” tiene una historia de esas que abarcan toda una vida, la vida de un tipo peculiar, puesto que el hecho de que haya nacido viejo es lo que marca todo el devenir de una historia que podría haber caído fácilmente en la explotación de esa situación de manera bastante burda, tirando por el lado de lo cómico antes que de lo dramático. Pero Fincher decide mostrarnos un cuento de cerca de tres horas de duración en el cual conocemos a Benjamin Button desde su nacimiento hasta su muerte, vivimos con él sus aventuras y amores y nos emocionamos al ver cómo todo aquel a quien conoce envejece mientras él rejuvenece. David Fincher acierta al encontrar el tono perfecto de una historia que empieza de una manera más cómica y aventurera (el principio en la residencia de ancianos o los viajes en el barco y su participación en la segunda guerra mundial) para acabar contándonos una historia de amor imposible pero sin olvidar en ningún momento el tono mágico que envuelve a la película.

La película cuenta con un plantel de personajes inolvidable que se quedan grabados en la memoria del espectador por mucho tiempo: la madre adoptiva de Button, el padre biológico de éste –memorable la escena en la que lo abandona en las escaleras de la residencia de ancianos-, el capitán del barco o el anciano que cuenta una y otra vez las veces que le han caído rayos. Pero sin duda los reyes de la función son Brad Pitt y Cate Blanchet. El primero carga con el peso de toda la película y con kilos y píxeles de maquillaje en un labor perfecta de los dos departamentos. Pero extrañamente su expresividad parece mucho más viva al principio de la peli cuando está casi irreconocible como un hombre de avanzada que cuando ya aparece más joven y sin maquillaje. Parece que la pose un poco chulesca de la que hace gala resta algo de carisma a un personaje perfecto aunque, afortunadamente, no es nada insultante y su actuación sigue rayando a buen nivel sin maquillaje. Pero la estrella de la función es Cate Blanchett, cargada también de maquillaje a lo largo de la película pero que consigue transmitir su atracción por Button y las idas y venidas sentimentales a lo largo de la película.

David Fincher vuelve a demostrar que es uno de los grandes directores del siglo XX, en esta ocasión ha optado por una dirección más clásica aunque no carente de atractivo. Labor reforzada por la espléndida labor de fotografía de la que hace gala el film y que refuerza de manera encomiable ese hálito mágico que envuelve a la película. Por otro lado la labor de efectos especiales es magnífica y merece todos los reconocimientos habidos y por haber. El maquillaje y los efectos confluyen en armonía para hacer totalmente creíble que Brad Pitt y Cate Blanchett pasen por personas de 80 o 18 años. Todo se ve perfectamente arropado por la preciosa música de Alexander Desplat que no sobresale en ningún momento sino que acompaña a las escenas como si fuese un complemento indispensable de estas. Aunque no la notemos está ahí para reforzar las imágenes y los sentimientos que estas muestran.

“El Curioso Caso de Benjamin Button” ha sabido encontrar el equilibrio perfecto aunque el director renegase en un principio de este montaje a favor de uno que durase 180 minutos (la película ha terminado durando 165 minutos, a medio camino entre los 180 que pedía Fincher y los 120 que exigía la productora). No sabemos cómo habría quedado la versión de Fincher y si unos minutos más habrían hecho que ciertas partes de la película fuesen algo más lentas. Lo único que podría criticársele a la película es la normalidad con la que todo el mundo toma el hecho de que Benjamin Button sea un hombre que rejuvenece en lugar de envejecer. Parece que tras la impresión del principio cuándo nace, éste fuese un hándicap que ha aceptado todo el mundo.

Se podría decir que “El Curioso Caso de Benjamin Button” es una película sobre la vida cuando en realidad es un cuento sobre la muerte, que se refleja como el destino que nos espera a todos, inevitable por mucho que rejuvenezcas o envejezcas. Como dicen en un momento de la película <>.

martes, 10 de febrero de 2009

Valkiria


Tras un ataque en el frente africano en el que queda gravemente herido, perdiendo una mano, dos dedos y un ojo, el coronel Claus Von Stauffenberg empezará a odiar aún con más saña al régimen nazi. A su vuelta a Alemania contactará con un grupo de oficiales que están dispuestos a asesinar a Hitler y dar un golpe de estado mediante el ejército de reserva gracias a un plan que ideó el propio Hitler en caso de que falleciese, la operación Valkiria.

Un argumento de lo más interesante, basado en hechos reales es el pilar de este film hecho a mayor gloria de Tom Cruise. La historia está bien llevada y no llega a hacerse pesada en ningún momento. Las escenas de diálogos se suceden durante las dos horas de metraje con poca acción y ya es un mérito que en Hollywood no hayan metido con calzador algún que otro tiroteo entre medias para hacer la cosa más impactante –aunque el ataque aéreo del principio en el que Stauffenberg resulta malherido es ciertamente impactante-. El rigor histórico es bastante fuerte, lo que puede darle un aspecto algo frío al film pero a su vez le aporta seriedad y trascendencia. Volviendo al tema de la historia, el hecho de que se trate de una conspiración, que se enclave en la segunda guerra mundial y que sus protagonistas sean los propios nazis intentando acabar con Hitler ya es suficiente para captar el interés del espectador, pero tiene más merito aún sabiendo que la gente conoce cómo acabó la operación Valkiria y, aún así, se consigue un alto nivel de suspense en buena parte del film que te llega a dar esperanzas de que la operación Valkiria puede salir bien.

Pero el film tiene un gran lastre y es el personaje del coronel Claus Von Stauffenberg. Casi toda la película gira alrededor de su figura y uno llega a tener la sensación de que es casi el único que está moviendo los hilos para que buena parte de los altos mandatarios nazis apoyen la operación Valkiria. El hecho de que se centre en su figura convierte lo que podría haber sido un minucioso estudio coral sobre los principales implicados en la trama en un film plano. Se debería haber ahondado en cada uno de los implicados, en sus motivaciones ideológicas y no centrarse en un personaje que en la película parece que organiza el plan sólo por venganza por haber perdido la mano y el ojo.

En cuanto al reparto actoral, raya a un nivel envidiable hoy día aunque falla precisamente en dónde menos debería, en su protagonista. Tom Cruise no logra que empaticemos con él, que sintamos lo que el siente, simplemente logra caernos simpático porque interpreta a un nazi bueno. El resto del reparto está compuesto por Bill Nighy –en una interpretación memorable- , Eddie Izzard, Kenneth Branagh –que desaparece al principio del film de forma súbita, pero aún así su presencia siempre es de agradecer-, Stephen Fry, Thomas Kretschmann –en un papel que le viene como anillo al dedo, pues este actor parece haberse especializado en interpretar nazis-, Tom Wilkinson y Terence Stamp -ambos soberbios-. Resaltar que me parece desaprovechado el papel de Carice Van Houten haciendo de la esposa del coronel Stauffenberg, ésta excepcional actriz sólo aparece en dos momentos, cuando Stauffenberg llega malherido de la guerra y otro en el que se intuye que está embarazada, pudíendo haber sido un gran apoyo con el que dar mayor empaque emocional a la cinta.

En fin, una película digna de verse en cine aunque se queda corta respecto a lo que pudiese haber sido si se hubiese tratado de una manera mucho más profunda y con más metraje.

lunes, 9 de febrero de 2009

Eduardo Manostijeras

Título: Eduardo Manostijeras (Edward Scissorhands)
Director: Tim Burton
Año: 1990 (USA)
Intérpretes: Johnny Depp, Winona Ryder, Diane Wiest, Alan Arkin y Vincent Price.

Sinopsis
Una vendedora a domicilio encuentra en un viejo caserón abandonado a un extraño joven que tiene tijeras en vez de manos. Lo acoge en su casa trastornando la vida de todo el vecindario.


Crítica
Emocionante historia acerca de un personaje que es distinto al resto. Un puzle que incluye referencias a clásicos como La Bella y la Bestia, Frankenstein o el film sobre los monstruos de circo La Parada de los Monstruos (Tod Browning, 1932). La película es sencillamente un cuento de esos que cuentan las abuelas a sus nietos antes de dormir (como bien muestra el encantador prólogo de la cinta), una historia mágica acerca de un chico diferente en un mundo de locos. El intento de adaptarse a una sociedad de alguien que ha nacido fuera de ella, provocando curiosidad y expectación acerca de su persona al principio y siendo rechazado más tarde. Se puede ver claramente una denuncia contra la falsedad imperante en la sociedad de nuestros días, donde de repente algo que adoramos se convierte, por boca de otros, en algo que tenemos que temer. Una historia simple en apariencia, pero con tantas lecturas como pueden tener cualquiera de los clásicos antes citados.
Johnny Depp compone un protagonista memorable. Interpreta a un Eduardo Manostijeras callado, sincero y amable, que es, en definitiva, una persona dulce que aún no ha sido corrompida por la sociedad. Se enamora del personaje de Winona Ryder, pero lo hace como cuando los niños chicos se enamoran. Depp consigue con esta interpretación que rápidamente cojamos cariño al personaje y, es más, difícilmente conseguiremos olvidarnos de él. Por otro lado, Winona Ryder interpreta al interés amoroso de Eduardo en un papel bastante sencillo. Con ser una chica popular de instituto con novio atractivo pero chulo, y sentir algo de pena y compasión por el protagonista ya le basta, y cumple con la tarea. Diane Wiest y Alan Arkin interpretan al matrimonio que acoge en su casa a Eduardo. Diane es realmente creíble en su papel de una madre ignorada por el resto de sus vecinas que ve en Eduardo la posibilidad de acercarse un poco más a ellas, pero sin dejar de lado el hecho de que lo aprecia realmente. Alan Arkin crea a un padre de familia bastante despreocupado y que queda en un segundo plano frente a la hija y la madre. También es destacable la labor interpretativa de todas las actrices secundarias que conforman el nutrido grupo de vecinas tan superficiales. Pero sin duda, la interpretación más memorable tras la de Johnny Depp, es la de un Vincent Price ya anciano en su último papel. El que fuera el abominable doctor Phibes, nos lega una última interpretación para la eternidad. Su figura en el papel como inventor que crea a Eduardo inunda la pantalla y consigue que con unos pocos minutos en pantalla, y menos palabras aún, sintamos aprecio por su personaje.
En cuanto a la dirección es precisa, de un ritmo ajustado, con un montaje a la altura. Tim Burton abandona en esta película las florituras de su anterior film (Batman) para dotar a la película de un clasicismo que aumenta esa aura mágica que tiene, permitiéndose además un homenaje a Frankenstein en una de sus escenas. Respecto a la fotografía, es interesante observar el contraste entre la luz oscura y los decorados tenebrosos del castillo con el colorido y la luz brillante de la urbanización (constante que se mantiene en la mayor parte de la filmografía de Tim Burton). La mágica música de Danny Elfman ayuda a resaltar lo mágico de la historia de manera sobresaliente con un tema principal que quedará en la memoria al igual que el de Bitelchus o Batman.
Un film magnífico que permanecerá en la memoria de cualquier espectador que se acerque a él. Seguramente el film más personal de toda la filmografía de Tim Burton, junto a Pesadilla antes de Navidad.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Outlander

Jim Caviezel aterriza en nuestras pantallas para traernos una historia de ciencia ficción con un argumento ciertamente llamativo, en plena época vikinga una nave extraterrestre se estrella en Noruega.

Antes de nada aclarar que para ver esta película hay que tener la mente abierta y entrar en el juego que propone. El argumento puede parecer un tanto absurdo visto en un primer momento –aunque, de hecho, ¿por qué no iban a poder llegar los extraterrestres a la tierra en otra época que no sea la actual?- y el presupuesto no daba para que el film alardease de medios técnicos. Pero si se aceptan esas premisas, el espectador se encontrará con un film entretenido y llevado de una forma digna.

En el siglo VI de nuestra era, un pastor vikingo ve como una bola de fuego surca los cielos de Noruega. La bola de fuego es la nave envuelta en llamas de un humano extraterrestre que se termina estrellando en mitad de un pequeño lago y que lleva consigo a un voraz huésped alienígena, el Morwind. El único humano que ha sobrevivido al accidente, Kainan., (Jim Caviezel) consigue integrarse en una tribu vikinga de los alrededores, que resulta estar en conflicto con otra tribu vecina. Pero las misteriosas muertes que se suceden a manos del alienígena y la aparición de Kainan turbarán la vida de los vikingos.

El argumento es simple y bastante previsible. Es como si al final de Alien, la Sigourney Weaver no se hubiese dado cuenta de que llevaba un Alien consigo hasta que la nave aterriza en la Tierra y en la época de los vikingos –por culpa de un agujero de gusano o cualquier otra excusa argumental similar-.Los personajes son presentados con rapidez y de forma bastante sencilla, quedando claro que para un producto de estas características no se necesita precisamente que se esmeren en ahondar en la personalidad de sus protagonistas. Pero quizá el mayor fallo que se le puede achacar en este sentido es no haber dotado de una mayor relevancia al carácter de humano extraterrestre al personaje de Jim Caviezel, Keinan. Su personaje podría ser perfectamente un héroe de la tribu, o un extranjero proveniente de otra región que se enfrentase a una criatura desconocida de origen extraterrestre y la película no cambiaría en absoluto –sólo los flashbacks que explican qué pasó con Keinan y el Morwind en el pasado-. El ritmo fluye de manera ligera tanto en el primer como en el último tercio de Outlander, resintiéndose en una parte media que consigue que lo que sucede en ella carezca de interés -y es que los 115 minutos del film son demasiados para una película de estas características. Recortándolo hasta los 85/90 minutos habría quedado como un filme de entretenimiento perfecto-. Por otra parte, los acontecimientos se vuelven un tanto previsibles, pudiéndose adivinar fácilmente quien va a morir en cada ataque o qué sucederá al final.

Las interpretaciones cumplen con lo esperado destacando especialmente a unos notables Jim Caviezel como Keinan y a un John Hurt (Los crímenes de Oxford) que consigue hacer suyo el papel de Rey vikingo. Por otra parte, el mítico Ron Perlman (Hellboy) consigue convencer como Gunnard, el jefe de la tribu enemiga, sobretodo gracias a su peculiar fisonomía (ideal para este papel). Desgraciadamente tanto Sophia Miles (Underworld) como Jack Huston (Cabeza de muerte) no convencen en sus roles de la chica que encandila al protagonista o del príncipe heredero que ve en el recién llegado Keinan a un rival y luego a un amigo.

En cuanto a los efectos especiales hay que tener en cuenta que el presupuesto de la película apenas sobrepasaba los 45 millones de dólares por lo que estos no es que estén precisamente a la vanguardia. Hablando de la criatura sólo se puede decir que el diseño es bastante original al incorporarle una luminiscencia parecida a la que poseen algunas especies marinas abisales o las mismas luciérnagas. Mientras sean escenas oscuras dónde sólo se vislumbre al Morwind tienen un pase, pero todas las escenas de día o aquellas en las que se le ve plenamente huelen a píxel en cada uno de sus fotogramas de una forma descarada. Por otro lado, la recreación de la época vikinga, sin ser excesivamente original, cumple al conseguir trasladarnos a aquel entonces sin problemas al igual que sucede con el vestuario y las armas.

En fin, un film que sin ser una maravilla puede servir para pasar una tarde entretenida pero que, de haber contado con un guión más medido y un presupuesto mayor para invertir en acción y efectos, seguro que se habría convertido en un gran taquillazo y una película de lo más recomendable.