viernes, 13 de marzo de 2009

Watchmen

Antes de nada quiero aclarar que el cómic original de Alan Moore y Dave Gibbons es una auténtica OBRA MAESTRA y que ni de lejos el film puede acercársele. Aún así ha quedado algo bastante digno y que es una gran selección de momentos esenciales de la novela gráfica en la que a través de gruesas pinceladas conocemos la historia del segundo grupo de justicieros de Nueva York.

El film transcurre en unos años 80 en los que Nixon sigue gobernando por tercera vez consecutiva en los EEUU y el estallido de un holocausto nuclear está a punto de suceder. Un cadáver aparece en una calle, es el Comediante, un antiguo justiciero –los justicieros estaban prohibidos desde que la policía se declarase en huelga debido a la especie de intrusismo laboral que estos hacían-. Rorschach, otro justiciero que se niega a abandonar su condición como tal, empieza a investigar las causas de la muerte de El Comediante y para ello tendrá que reencontrarse con sus antiguos compañeros.

Claramente el punto fuerte de la historia original y, por tanto, de esta película es su guión. Puede parecer que no, pero es de una complejidad tremenda puesto que trata de abarcar el pasado de todos los personajes, realizar un fresco de la ucrónica sociedad americana de los ochenta e indagar en la psique y sentimientos de unos héroes sin poderes, salvo el Dr. Manhattan y más complejos que nunca. En el cómic uno podía sentarse relajado y leer cada día uno o dos capítulos de las 12 entregas con las que cuenta la serie. En el cine todo viene seguido, sin tiempo a respirar y meditar sobre lo que vemos en pantalla. Cada entrega ahondaba de forma especial en un personaje en concreto, en el film de Snyder se centra particularmente en tratar de desarrollar al oscuro y atormentado –en realidad todos están atormentados, pero este personaje especialmente- Rorschach y al Dr. Manhattan. Son los únicos personajes de los cuales se muestra algo relevante de su pasado y se pueden entender las motivaciones de por qué hacen lo que hacen. El resto, Laurie Holden, Ozymandias y el Búho Nocturno quedan bastante desdibujados respecto a sus homónimos en papel. Sin embargo, el personaje del desaparecido Comediante posee tanta fuerza que en unos cuantos flashbacks consigue erigirse en uno de los personajes con más calado de la cinta. El principal problema con el que se encuentra la cinta es con su irregular ritmo, que se limita a calcar viñeta por viñeta los primeros números de Watchmen en los que se detalla un poco a los personajes del Dr. Manhattan Rorshach y El Comediante para luego centrarse en desarrollar una trama que queda algo desangelada tras los numerosos flashbacks de la primera mitad. Aún así, el guión respeta claramente los grandes aciertos del original e incluso subsana un final que podría haber quedado muy absurdo en el cine. Pero el hecho de ceñirse a dos horas y cuarto de metraje hace que toda la complejidad del cómic se vea condensada y, como dije antes, se corre el peligro de que no se consiga captar todo lo que se pretende transmitir. A colación de esto viene el hecho de que haya numerosos momentos de gran impacto y perfectamente ejecutados que podrían ser fácilmente momentos cumbres del film aunque haya muchos pero, debido a la acumulación de estos, pierden la efectividad que tenían al leerse de forma más pausada en el cómic. No quiero entrar en el hecho de que si hay tramas que se han obviado como la de “El relato del navío negro”, la de las dos lesbianas que discuten o una mayor profundización en el pasado de los Minutemen. Esas partes vendrán desarrolladas en un documental y un film animado que saldrán a la venta en Mayo en Dvd y, aún así, son perfectamente prescindibles de la trama original sin por ello quitarle importancia al hecho de que son dos grandes narraciones dentro del cómic.

En el apartado actoral la cosa raya flojita puesto que el único que me convence es Jackie Earle Hayley como Rorschach y eso que se tira casi todo el metraje con la excepcional máscara de tintas fluctuantes. El resto realiza unas interpretaciones bastante estándard, aunque considero desastrosa la encarnación de Ozymandias por parte de Mathew Goode que parece más bien un niñito pijo educado en Yale con aires de grandeza que el hombre más inteligente del mundo.

Los efectos especiales rayan a una altura envidiable que junto al diseño de producción logran hacer que el mundo dibujado por Dave Gibbons en 1986 sea trasladado con una fidelidad del 99% a la gran pantalla. Quizá el Dr. Manhattan pece en alguna que otra ocasión de parecer un muñeco, pero eso queda disimulado por su carajo colgante que centrará la atención del espectador en más de una ocasión evitando así que se fije en los defectos en el movimiento de los labios y la expresividad del personaje –que digo yo que, no es por puritanismo, pero si se le hubiese puesto el calzón azul que luce en el cómic tampoco nadie se iba a escandalizar, que todo el mundo ha andado en bolas en su casa pero en Marte o en La Antártida ya me parece exagerar-.

Zack Snyder logra llevar con extrema fidelidad el cómic pero resulta que no es capaz de imprimirle ni un atisbo de personalidad propia más allá de su referente en papel. Snyder se limita a trasladar los mismos encuadres de las viñetas y no hay ningún momento en que se note la mano de un director detrás de esta película al limitarse a trasladarlo todo de un medio a otro. Por otra parte, las escenas a cámara lenta que tan bien resultaban en 300, fallan en esta puesto que, unido al altisisimo nivel de violencia, resultan pesadas y desagradables por el excesivo uso que se hace de las mismas.

Quizá como película no funcione pero lo que es innegable es que los personajes de Alan Moore cobran vida en la gran pantalla de la mano de un Zack Snyder excesivamente respetuoso y poco arriesgado. En las retinas de los expectadores quedaran grabadas las imágenes de la gota de sangre cayendo sobre la chapa, los excepcionales créditos dónde se repasa la historia de los Minutemen –el grupo de héroes anterior a los Watchmen- hasta situarse en el momento dónde arranca el film, la narración del accidente de Jon Osterman antes de convertirse en el Dr. Manhattan, los flashbacks que muestran al Comediante, el palacio de cristal en Marte y el final. Partiendo de una historia tan fabulosa y siendo tan fiel a la misma no se podía fallar y, si bien siempre se puede pedir algo más de personalidad en la direc ción y el montaje, una mayor simplificación de la historia o un mejor desarrollo de la misma, lo que es innegable es que los Watchmen han cobrado vida en cine de una manera efectiva de la mano de Zack Snyder

1 comentario:

Anónimo dijo...
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