Bruce Willis vuelve a las pantallas con una película de ciencia ficción en la que encarna a un policía que se encargará de investigar una serie de homicidios en un mundo en el que la gente vive a través de unos robots que los representan. Detrás de las cámaras se encuentra el director de Terminator 3, Jonathan Mostow.
Nos encontramos en un futuro no muy distante, 20 años adelante como mucho. Existen unos robots manipulados por la gente desde su hogar y que realizan por ellos las tareas cotidianas, la gente vive a través de ellos, son los llamados sustitutos. Los crímenes han descendido y la gente está enganchada a esta nueva forma de vida en la que sus equivalentes de plástico y metal son perfectos y pueden cumplir a través de ellos muchos de sus deseos más ocultos. Pero aparece un arma nueva es capaz de destruir al sustituto y a la persona que lo controla. Un policía (Bruce Willis) se verá forzado a abandonar a su sustituto y vivir su vida real para poder dar caza a ese asesino.
La idea del argumento, que está basada en el cómic del mismo título, es interesante. Nos habla de un mundo de máscaras en la que la gente se ha acostumbrado a escudarse detrás de sus sustitutos y nadie es real -es como si el Second Life se volviese real, para que nos hagamos una idea-. Pero lamentablemente no se aprovecha del todo bien este aspecto en el guión. Vemos como todo y todos parece falso, en efecto, y nos descojonamos con la pinta que tiene Bruce Willis al principio de la película, cuando no vemos al personaje sino al sustituto. Pero ahí queda la cosa, nos muestra un mundo falso pero no se adentra en él, la trama se simplemente se queda en la búsqueda del asesino como si fuese otro thriller cualquiera, con la salvedad de que aquí algunos personajes pueden dar enormes saltos y resistir balazos y trompazos variados porque son en realidad robots. Una de las cosas que hacen grande a Blade Runner era la incertidumbre acerca de que cualquiera en aquel Los Ángeles oscuro y futurista podría ser o no ser un replicante. Aquí podría haberse tratado de crear una trama en la que se despistase al espectador haciéndole dudar sobre quién es un sustituto y quién es real. Pero no, todos son sustitutos salvo un pequeño reducto de personas que reniegan de ellos. No hay suspense, solo un par de escenas de acción que no deslumbran ni innovan demasiados, son simplemente correctas. Además, a poco que seas avispado podrás averiguar el final a mitad del film por lo que los supuestamente sorprendentes giros inesperados del último tercio carecen de garra.
Bruce Willis es un actor que cae bien, al igual que Will Smith cuando realiza productos de acción, su interpretación siempre resultará convincente porque casi nunca verás a un personaje ahí, sino que el espectador ve simplemente a Bruce Willis. Aunque al inicio, cuando interpreta a un sustituto la verdad es que consigue transmitir esa sensación de falsedad, de poca humanidad que debe tener el robot –lástima que el peinado rubio que luce desvía bastante la atención, puesto que su aspecto es sencillamente ridículo-. El resto de actores cumplen su función sin resaltar a ninguno, aunque Radha Mitchel y Rosamund Pike lucen especialmente bellas, aunque eso no tenga nada que ver con su calidad como actrices (que no es que sean malas intérpretes, más bien al contrario).
El diseño de producción no escatima en detalles para conseguir que el futuro retratado en la película parezca tremendamente real y cercano a la vez que todas las personas que se vean en las calles parezcan falsas, ya que son en realidad sustitutos. Esa concepción del futuro llega a agobiar puesto que ves que nadie es real, lástima que todo quede en agua de borrajas por la aburrida dirección de Jonathan Mostow que se apunta a la moda de rodar las escenas de acción de manera confusa tratando de dar velocidad a la acción cuando en realidad lo único que hace es que el espectador se pierda y no consiga ver nada claro en la pantalla. De todos modos, tal y como he mencionado antes las escenas de acción no dejan de ser nada del otro mundo. Pero no todo es un desastre en ésta película, el montaje consigue reducir su metraje hasta una hora y media que se pasa bastante rápida.
En fin, los sustitutos es una película entretenida sin más que desaprovecha un buen punto de partida para convertirse en un film del montón.
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