A pesar de sus 78 años, Clint Eastwood sigue al pie del cañón cinematográfico para traernos buen cine con El Intercambio, película basada en un suceso real y que tiene a Angelina Jolie como protagonista.
En el año 1928 Christine se ve obligada a dejar a su hijo solo en casa para trabajar en un turno extra como telefonista. Cuando vuelve, se encuentra con que su hijo no está en casa. Pasan meses de agonía y búsqueda hasta que el departamento de policía encuentra a un chico que dice ser el hijo de Christine. Ella no lo reconoce como tal y comenzará una lucha por demostrar que ese no es su hijo desaparecido que la llevará a ser internada en un asilo de enfermos mentales.
El argumento puede a carne de telefilm de domingo por la tarde, pero Clint Eastwood ha sabido salirse de los tópicos más sensibleros y tratar la historia con elegancia y firmeza. Lógicamente, el film está plagado de momentos en los que la madre llora por su hijo pero, el que anteriormente fuese Harry Callahan, ha optado por hacer una recreación de un contexto histórico (Los Ángeles de finales de los años 20 y principios de los 30) y el conjunto de situaciones que rodearon aquel suceso. La película no solo muestra el sufrimiento de una madre. La película es un fresco en el que se puede ver la corrupción que imperaba en el departamento de policía de Los Ángeles en aquellos años –considerado como el departamento de policía más violento de todos los Estados Unidos-, la lucha en los medios de un reverendo por que se haga justicia con Christine y la investigación sobre unos salvajes crímenes en un rancho. Con todo, la película tiene el ritmo justo y no se hace pesada en ningún momento hasta el último tramo. Sus últimos 20 minutos consiguen cansar un poco al espectador en su butaca que lleva ya más de dos horas de película y en esta parte final podrían haberse reducido a la mitad de metraje los acontecimientos narrados para así potenciar el dramatismo de la historia y mantener el acertado el acertado ritmo que tenía la película.
Las interpretaciones rayan a gran altura destacando a una Angelina Jolie en un papel de esos que parecen estar hechos especialmente para ser nominados a un Oscar, encarnando de forma acertada a una madre sufriendo por la ausencia de su hijo y que las circunstancias la llevan a ser encerrada en un manicomio por desacreditar a la policía. Pero no olvidemos la interpretación de Jeffrey Donovan (protagonista de la serie Último Aviso) como el jefe de la brigada de desaparecidos y que compone a la perfección un personaje egoísta al que solo le interesa su propio bienestar y salvar la imagen del cuerpo de policía. Pero sin duda, el descubrimiento de la película es el joven Gattlin Griffith que se mete de una manera más que convincente en el papel del falso hijo de Christine. Sin duda, el señor Eastwood tiene buen ojo al elegir el plantel de actores para sus películas.
En cuanto a la dirección, Clint Eastwood hace gala de un clasicismo exquisito que ayuda a adentrarse aún más en el contexto del film. Una cámara elegante compone secuencias tan perfectamente estudiadas de las que cualquier fotograma puede extraerse una fotografía perfectamente encuadrada e iluminada.
En resúmen, una película totalmente recomendable que se suma a la excepcional filmografía como director de Clint Eastwood que ya nos había dejado títulos como Mystic River, Cazador Blanco Corazón Negro, Million Dollar Baby o Los Puentes de Madison.